martes, 28 de marzo de 2017

Cómo se cuela la violencia




A estas alturas del curso, está claro que el mensaje que recibimos desde la infancia hasta que somos adultos varía notablemente dependiendo del género, y que estos mensajes condicionan la imagen que creamos de nosotros mismos como hombres y mujeres, y también la imagen que recibe el resto de la sociedad. 

A las niñas y adolescentes se les suelen transmitir mensajes donde queda claro que su aspecto físico es su gran fortaleza, el físico por encima de cualquier otra cualidad, y así las mujeres se las percibe como "objetos sexuales". También se considera válido que desarrollemos otros atributos como el ser sumisas, emotivas, artísticas, familiares, hacendosas y cuidadosas en general. Cualidades como la independencia, el dinamismo, la objetividad, la iniciativa o las dotes de mando se ven como algo negativo en el caso de las mujeres. 

Sin embargo, a los varones desde muy pequeños se les transmite la idea de que deben ser fuertes, poderosos, aventureros, atléticos, dinámicos, los cabeza de familia, donde el éxito profesional se convierte en una de las formas fundamentales para medir su valía, en algún artículo los definían como "objetos de éxito". En su caso, cualidades como expresar sus sentimientos, cuidar de los demás y de su casa, la sensibilidad artística o la pasividad se identifican como algo negativo. 

Esta situación viene causada por los estereotipos de género, que a su vez se siguen manteniendo como consecuencia de la misma, es decir un bucle del que no conseguimos salir y que afecta a las relaciones familiares y de pareja (doble jornada, crianza de los hijos e hijas, cuidado de las personas mayores, etc), a la elección de profesión que realizamos y los obstáculos que tenemos que superar en cada caso (brecha salarial, techo de cristal, discriminación, acoso, etc), a la visibilidad que tienen hombres y mujeres en la sociedad (siendo las aportaciones de la mujer consideradas como  irrelevantes en muchos ámbitos), a la identidad misma de las personas (la publicidad, la televisión, el cine o la literatura) y por supuesto a la terrible violencia machista que continuamos sufriendo a pesar del progreso. 

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